miércoles, 25 de junio de 2008

Caligrafía China, el vestido del alma

Tuve oportunidad de tener el primer contacto con la escritura china a través del maestro Sakaguchi Seichiro, quien fue pintor aficionado en su juventud y escribía los caracteres chinos, llamados por ellos kanji, con gran pulcritud, lo cual producía en mi una satisfacción muy particular, cuando veía en la puerta del gimansio del maestro los caracteres en trazos tan estilizados. Sin embargo, siguiendo la costumbre japonesa, el maestro comenzó a enseñarme los kana, con lo que mi primera lección fue aprender a escribir mi nombre en katakana. Era divertido estudiar con un hombre sesenta años mayor que yo, sentía siempre que las palabras del maestro estaban llenas de sabiduría y trataba de aprender con dedicación los métodos que él me transmitía, tanto en la meditación como en las artes marciales.

Pero no fue sino hasta que conocí al maestro Félix Tong que por fin experimenté la sensación tan particular que sólo se puede sentir al ver como un experto maneja el pincel de caligrafía. El maestro estaba convocando a un nuevo curso de idioma chino y llevó sus utensilios para escribir un pequeño letrero. El secretario del Centro Cultural Peruano Chino, señor Manuel Chau, nos acompañaba en ese momento e iba haciendo comentarios con el maestro, por lo que supimos que también tenía una muy buena base en idioma chino, a pesar de que manifestaba estar perdiendo el uso del idioma por la falta de práctica.

En ese momento tan especial, recuerdo que el movimiento del pincel ejerció una atracción mágica en mi, me parecía algo maravilloso e indescriptible la manera en que el pincel iba cambiando de forma para hacer los diferentes trazos, llevando un recto, formando una esquina y retirándose delicadamente para hacer una cola que parecía un machete o sable. Luego de terminar el letrero, el maestro recogió sus utensilios y como acostumbraba hacer, me llevó en su auto hasta el centro de la ciudad para que pudiera tomar el colectivo de regreso a mi villa, mientras íbamos conversando en el camino.

Yo le pregunté acerca de la caligrafía y el maestro dijo: "Mi letra es de la dinastía Han", a lo que yo pregunté: "¿Se puede aprender? y el mastro expresó: "No sé si será bueno.... Pero primero tiene que tener pincel".

Entendía que la preocupación del maestro era en el sentido de si la caligrafía sería o no útil en mi vida práctica. Aunque él era gran amante de la cultura china tradicional, en esa época la difusión de la cultura china era mínima y no se concebía que alguien pudiera tener una carrera en el estudio del idioma chino, menos aún en la caligrafía.

Pero dispuesto a aprender, apenas tuve oportunidad, visité a mi maestro de kung fue en la villa y comenté que mi profesor de chino me enseñaría caligrafía si conseguía un pincel, a lo que la esposa del maestro dijo: "Creo que en la tienda hay pinceles de mi papá, voy a ver". Y ni corta ni perezosa, fue hasta el hotel de su familia, que quedaba a dos cuadras de distancia y vino trayéndome dos pinceles, uno de ellos de estreno, con los que me inicié en la práctica de la caligrafía.

Había visto a mi maestro disolver la tinta china tradicional en barra (mo en chino, sumi en japonés) y ya tenía idea de cómo era el proceso, por lo que al día siguiente de obtener los pinceles viajé de inmediato a Lima y llegué al barrio chino preguntando dónde podía comprar la tinta en barra. La gente me atendió con mucha amabilidad, sobre todo porque algunos me conocían como alumno del maestro Tong, por lo que llegué a un gran almacén que en esos días se encontraba ya en liquidación, justamente se llamaba "José Tong" y es allí donde adquirí mis barras de tinta; sabiendo que el almacén ya estaba en liquidación y que no encontraría tinta en ningún otro lugar, compré toda la existencia, por suerte los precios eran muy económicos, por lo que no tuve problema en hacerlo.

Luego de eso, regresé a casa y pasé varios días haciendo mis tareas del curso de idioma chino, pero esta vez escribiendo los caracteres con el pincel (en cantonés mou pat, mandarín mao bi, japonés fude) y cuando llegó el día de clase le entregué mi tarea escrita con pincel al maestro, quien se detuvo a observar los caracteres y sólo se limitó a decir: "Muy interesante".

A la semana siguiente el maestro me trajo una copia de un manual de caligrafía. En las páginas que me había copiado, aparecían unos trazos con sus nombres en chino y él fue describiéndolos uno a uno, de la siguiente manera: "¿Ves este trazo en que sale una cola como cola de ratón? Se llama 'cola de ratón'. ¿Ves este trazo que se dobla como si estuviera vencido por el peso, tal como si estuviera cargando leña? Se llama 'cargando leña'. Ves este trazo en que los extremos se agrandan como si fueran rodillas de grulla? Se llama 'rodilla de grulla'. ¿Ves este trazo en que la curva se adelgaza y queda como una cintura de avispa? Se llama 'cintura de avispa'".

Así, mientras el maestro iba describiendo los trazos y yo iba viendo como todas estas vívidas descripciones, tales como "madera rota" y "cola de ratón" iban coincidiendo con mis magistrales trazos del pincel, me iba poniendo cada vez más contento, hasta que el maestro concluyó diciendo: "Todo esto es lo que no se debe hacer, ponga atención en no hacer esto y continúe con su práctica".

Una de las cosas que aprendí en ese momento es que los chinos son poéticos hasta para ponerle nombre a las cosas malas. Pero eso no me desanimó para nada en mi práctica y comencé a practicar copiando los modelos de letras de los manuales de idioma chino del Instituto de Idiomas de Beijing, los cuales tenían caracteres en un estilo Kai Shu o Normativo, bastante claro y fácil de copiar. El maestro observaba mi letra cada cierto tiempo y me hacía alguna observación con respecto al eje que debían seguir los caracteres y conceptos como el centro y el equilibrio.

Luego de un año fue que recién el maestro me dijo que traiga mis implementos para verme escribir y darme una enseñanza más directa, la cual consistió en corregir mi postura al tomar el pincel, así como en iniciarme en su estilo de caligrafía personal, el cual era el Li Shu o Caligrafía de los Escribas, en el que predomina el contraste de la línea vertical con la horizontal y donde la línea vertical es como una barra de hierro, mientras que la horizontal tiene una ligera onda que se acentúa siempre en un trazo dentro de cada carácter, dándole un toque de elegancia a la letra.

El maestro me prestó su libro para que le saque una copia y a partir de ese momento me convertí en un devoto practicante del Li Shu, teniendo también oportunidad de conocer a otros practicantes de este estilo de caligrafía en nuestra colectividad, aunque la que tenía el mayor nivel era la señorita Wong Laisi, hija del doctor Wong Kamming. Ellos eran de la prefectura de Zhongshan y tuve oportunidad de compartir muchos momentos agradables con ellos mientras intercambiábamos en el aprendizaje de nuestros idiomas. Wong Laisi cuando me conoció me obsequió un pincel dabaiyun de cerdas de venado, el cual era muy adecuado para escribir el estilo Lishu, ya que la cerda dura se prestaba a realizar los trazos estrictos de este estilo. Pero luego mi maestro me dijo que la verdadera maestría estaba en utilizar el pincel blando, ya que el pincel debería tomar la forma que uno deseara darle. El maestro decía: "A los maestros el pincel les obedece, nosotros debemos obedecer al pincel".

Luego de estudiar tres años la caligrafía en el estilo Lishu con el maestro Félix Tong, inicié mis estudios de japonés en el Centro Cultural Peruano Japonés y me enteré de que allí también enseñaban caligrafía. Una vez que supe el horario, me acerqué para observar la clase y me paré en la puerta trasera del aula observando cómo escribía una alumna. La clase era en idioma japonés y todos los alumnos eran nikkei, algunos de ellos eran profesores de japonés del mismo instituto.

La señora que estaba más cerca a la puerta estaba escribiendo el número cuatro, pero la esquina le salía como un hombro caído, yo conocía ya estas alegorías por mi maestro y tratando de no hacer ruido le explicaba cómo debía mover el pincel para hacer bien la esquina. La señora trababa pero no lo podía hacer y finalmente me dijo: "A ver hazlo tú" y yo ni corto ni perezoso me senté en su lugar y tomé su pincel, haciendo la esquina en la manera como me parecía que ella la debía hacer, sin darme cuenta que la maestra había venido en silencio y se había colocado detrás de mi para observar cómo hacía el trazo, por lo que cuando terminé, me dijo: "Muy bien".

Entonces aproveché para conversar con ella y preguntarle acerca de las clases. La maestra me contó que ella también practicaba el estilo Lishu y que todos los días le dedicaba un tiempo a ese estilo, por lo que cuando comencé a asistir a las clases, ella supo muy bien como orientarme para poder aprender a escribir el Kai Shu (en japonés Kaisho) a la manera japonesa. Ella me explicaba cómo era la entrada del pincel en Li Shu (en japonés Reisho) y la diferencia con el Kai Shu, de modo que al cabo de tres meses ya era uno de los alumnos más avanzados del grupo, pero esta diferencia se hizo mucho más notable cuando comenzamos a estudiar la escritura corrida o Xing Shu (en japonés Gyosho), ya que en este estilo el pincel debería girar y yo por el Li Shu ya tenía la costumbre de girar la muñeca, de tal manera que las señoras nikkei que estudiaban en nuestro grupo se paraban a observar mis ejercicios y comentaban: "Le obedece". Debido a la enseñanza de mi maestro ya podía comprender qué era lo que ellas querían decir y les decía repitiendo las palabras de mi maestro: "A los grandes maestros el pincel les obedece, nosotros sólo debemos aprender a obedecer al pincel, no luchar contra él sino seguirlo para así poder lograr los trazos".

La maestra de caligrafía del Cultural Peruano Japonés se llamaba Hayashi Shizuko y llegó al Perú acompañando a su esposo que había sido destacado como director del Nihongo Koshukai o escuela de idioma japonés del Centro Cultural. Cuando estuve en Japón tuve oportunidad de saber que ella era una gran maestra de caligrafía considerada en los círculos de calígrafos de Japón como una maestra de alto nivel.

Luego tuve oportunidad de estudiar con el maestro Guan Shilian, quien vino al Perú para enseñar el idioma chino en la Universidad Católica. Con el profesor Guan estudié el chino mandarín y también tuve oportunidad de aprender la caligrafía en las visitas a su casa, donde me ayudó a conocer las pautas exactas que tiene el sistema chino para la distribución del espacio y el equilibrio en el sistema Kai Shu que el practicaba, que era el de Liu Gong Quan, en donde el equilibrio se da con un centro forzado y sensación de movimiento de las letras, completamente al Kaisho de los japoneses, que buscan una letra estable en base a la horizontalidad del trazo inferior del carácter.

También estudié en Japón con el maestro Kamiya Gazan, quien al enterarse de que yo hacía caligrafía china, me puso a practicar modelos de caracteres chinos al estilo chino y aunque nunca corrigió mi entrada y salida de pincel, ya que él sabía que yo lo hacía al estilo chino original de los modelos que él me hacía practicar, sí tuvo gran dedicación y paciencia en ayudarme a estabilizar el centro de equilibrio y definir las distancias de los trazos.

Todas las enseñanzas de mis maestros las puse en práctica en diferentes oportunidades y recuerdo que cuando el sensei Abe, décimo dan de aikido y maestro de caligrafía, llegó a nuestro país con motivo de las celebraciones del centenario de la migración japonesa al Perú, al final de la demostración, cuando invitaron al público a probar de hacer algunos caracteres con los pinceles del maestro, esperé a que todos hubieran escrito para recién pedir mi oportunidad. Ya ellos se disponían a guardar sus implementos, pero yo no deseaba escribir antes que cualquier persona mayor, por lo que sólo cuando estuve seguro de que nadie más saldría recién pedí hacerlo.

Utilicé el pincel grande y tomé la postura de kibadashi o jinete para escribir un carácter de ochenta centímetros. Escogí el carácter "Sho" (Shu), escritura o caligrafía y lo hice en estilo corrido (Xing Shu o Gyosho). Cuando terminé de escribir el carácter, pude percibir en la mirada de Abe sensei la misma fuerza y serenidad que tenía el maestro Sakaguchi Seichiro, lo cual me hizo sentir algo muy familiar. El maestro me miró fijamente a los ojos y me dijo: "Umai" (diestro). Entonces pude compartir un momento tan especial con un maestro como él, sólo unos segundos, pero que dejan un recuerdo para toda la vida.

La caligrafía es un arte de paciencia en el que se moldea el alma. El maestro Guan Shilian contaba una historia en la que se hablaba de un joven apasionado de la caligrafía que estaba deseoso de aprender con un gran maestro. Cuando ese maestro estuvo de paso por su villa, el joven le pidió que lo tomara como discípulo, por lo que el maestro le dijo: "El que estudia conmigo debe usar mi papel, que es un papel especial y muy fino, es muy costoso. Si tú pagas xxmil monedas de oro, te venderé el papel para tus prácticas".

El joven convenció a sus padres para que obtuvieran este dinero y le pagaran al maestro, el cual una vez recibida la suma le entregó el preciado papel al discípulo y continúo su viaje dejando las instrucciones para la práctica.

El joven practicaba con intensidad y cada cierto tiempo intentaba escribir en el papel del maestro, pero antes de que el pincel toque el papel, desistía y continuaba su práctica en cualquier papel común para no mancillar el valioso papel del maestro, esperando así hasta estar mejor preparado.

Así pasaron dos años y el famoso maestro volvió a pasar por el pueblo, cuando el joven se enteró, lo buscó inmediatamente y el maestro vio sus trabajos, luego de lo cual le dijo: "El papel que yo te di era un papel cualquiera, aquí está tu dinero, lo único que necesitabas era concentrarte debidamente en tu práctica, ahora que ya lo has hecho, ya te has convertido en todo un calígrafo".

Es importante buscar buenos maestros para que a través de la práctica nos transmitan las virtudes. El ejercicio del trazo no es sólo una práctica gráfica, sino que a través de los caracteres se refleja el mundo interior del calígrafo, de tal manera que cuando copiamos la letra de un maestro para aprender, también tenemos influencia de su mundo interno en el nuestro.

Félix Tong decía que "la caligrafía es el vestido del alma" y tenía como base para la enseñanza unos modelos de letras de una estela de piedra de la dinastía Han que tenía como nombre "Li Qi Bei", Estella del Instrumento de la Etica. Decía el maestro que el texto que se tomó para escribir los caracteres que servirían como modelo para que los estudiantes practiquen, era una tesis en la que se decía que el objetivo de la vida del hombre era servir a la ética, de modo que la práctica tenía un mensaje, muy propio del mensaje personal del maestro, quien siempre decía: "Me llamo Zheng (correcto) y Zheng tengo que ser".

Joseph Cruz Soriano
Centro Tian Long Tan
Astrología China, Feng Shui y Oráculos Tradicionales
http://www.tianlongtan.com/

martes, 17 de junio de 2008

Wen Wang Gua, el I Ching en consulta real en los tiempos modernos

La base numerológica del I Ching tuvo sus primeros antecedentes durante el periodo de Shang (S. XVI-1066 A.C.) y fue durante ese periodo que comenzó su desarrollo como sistema de adivinación, siendo practicado paralelamente con el Zhan Bu u Oráculo de Huesos, que era la práctica más importante de adivinación en el reino de Shang. Ya en los textos de los caparazones de tortugas y huesos omóplatos de bueyes utilizados para la adivinación durante ese periodo, aparece la palabra "shi" que designa al oráculo de varillas propio del I Ching e incluso se encuentra grupos de números de seis dígitos, especialmente en restos arqueológicos encontrados en la región de Shanxi, donde se pueden leer las inscripciones en que se detalla el resultado de la consulta a través de las varillas expresado en los números 8-7-8-7-8-5, por citar un ejemplo, correspondiendo estos restos a finales del periodo de Shang e inicios del periodo de Zhou del Oeste (1066-771 A.C.), siendo este último el periodo en que se desarrollo el I Ching y se compilaron los textos que componen el Canon Antiguo o I Ching.

El I Ching fue un sistema de adivinación revolucionario, no sólo como práctica oracular, sino como expresión del desarrollo de la sociedad, al reflejar a través de las seis líneas superpuestas la estratificación del sistema feudal. Durante el periodo de Shang aún quedaban rezagos de el matrimonio colectivo y en la región de Shanxi quedaba en uso la costumbre de que la novia se entregue a todos los hombres en la noche de bodas, para así resarcir el derecho antiguo que tenían todos los varones a tomar a cualquier mujer en cualquier momento y formar clubes matrimoniales, que si bien es cierto ya no existían en el periodo de Shang, al llegar a finales de este periodo, aún se conservaba la costumbre de entrega prenupcial de la novia, lo cual se encuentra descrito en el texto de la segunda línea del Hexagrama Zhun: "Caballo y carro se separan, no son salteadores, buscan unión conyugal, la muchacha es virtuosa y no se entrega..".

A través de las seis líneas se expresan los tres espacios: Cielo, Tierra y Hombre, así como se delimitan las categorías de la sociedad en la misma forma que se conservó hasta el año 1911 de nuestra era en que la Revolución del año Yi Hai derrocó a la dinastía Qing y fundó la república. En el espacio del Cielo, conformado por las líneas quinta y sexta, se encuentran el rey, en quinta posición y el templo de los antepasados del rey, en sexta posición; este fue el nivel de mayor jerarquía en la sociedad feudal, lo cual se mantuvo durante todo el imperio. En las líneas tercera y cuarta, que corresponden al espacio de Hombre, se encuentran los reyes vasallos en la cuarta posición y los altos dignatarios en la tercera. En el espacio de Tierra, formado por las líneas primera y segunda, encontramos al hombre común en la primera línea y al funcionario menor en la segunda.

Este sistema estructurado en el que se compara la organización de la sociedad con las relaciones del Cielo y la Tierra, fue el que sirvió de eje principal para el pensamiento confuciano, siendo que en Las Analectas de Confucio, se encuentra un episodio en el cual Confucio y sus discípulos fueron rodeados por una milica local que confundió al sabio con uno de sus enemigos y ante el temor de sus discípulos, el maestro dijo: "Soy heredero de la cultura del rey Wen; si el Cielo quiere que esta cultura desaparezca, moriré". Así dio a entender que si el Cielo deseaba preservar la cultura del rey Wen, es decir el I Ching, la vida del sabio aún no llegaría a su fin.

Es así como Confucio fue representante de la tradición adivinatoria y numerológica del I Ching, la cual debían conocer todos los funcionarios de la corte en el periodo de Zhou y el maestro, en su calidad de consejero de los reyes, debía también ser más que versado en estas artes, lo que se conoce a través de los textos en que se registra su participación en la evaluación de hexagramas de consultas realizadas por los funcionarios de los reyes a los que él asesoró.

Confucio dio la transmisión de las claves numerológicas y de interpretación del I Ching a un estudiante del reino de Lu llamado Shang Di, de modo que a través de él se conservó la transmisión de estos métodos y a través de generaciones de practicantes del sistema, éste fue evolucionando hasta alcanzar niveles cada vez más sorprendentes de exactitud, así como adaptándose al desarrollo y evolución de la sociedad.

En la sexta generación tenemos a Tian He, nativo del reino de Qi, por lo que podemos ver que la región de Shandong, donde se desarrollaron los reinos de Qi y de Lu, tiene una larga tradición de estudio del I Ching y no en vano el maestro Liu Dajun, del Centro de Estudios de I Ching de la Universidad de Shandong, ha sido presidente de la Sociedad Nacional de I Ching de China y viajado en varias oportunidades a Taiwán a dictar cursos especializados de I Ching a los académicos de la isla.

En la séptima generación tenemos a Ding Kuan, del reino de Liang, quien a su vez transmitió los métodos numerológicos del I Ching a Tian Wang Sun, quien tuvo como discípulos a Shi Chou, Meng Xi y Liang Qiu He, quienes conformaron la novena generación y vivieron en el periodo de transición entre el mandato de los emperadores Wu Di y Xuan Di de la dinastía Han del Oeste. Justamente fue Meng Xi el maestro de Jiao Yan Shou, quien a su vez fue maestro de Jing Fang, siendo estos dos últimos los que se conocen como los fundadores de la rama numerológica del I Ching.

Jiao Yan Shou, heredero en décima generación de la transmisión directa de las artes de adivinación practicada por Confucio, escribió el libro conocido como "Jiao Shi Yi Lin", en el que se describe exactamente el significado original de todos los textos del Canon Antiguo y su relación directa con la adivinación. En su obra, Jiao Yan Shou muestra que el I Ching no tiene ningún texto al azar, que todo tiene un cuerpo totalmente estructurado en el que cada frase y cada palabra tienen una relación directa con los principios de comportamiento de trigramas y líneas, así como con las claves numerológicas de interpretación del I Ching, por lo que no es raro que fuera su discípulo Jing Fang quien ordenó el sistema asociando troncos celestes y ramas terrestres a cada línea de cada uno de los sesenta y cuatro hexagramas, creando así las bases del Wen Wang Gua, conocido también como Huo Zhu Lin (Bosque de Perlas Ígneas) o Liu Yao (Seis Líneas).

Lamentablemente, cuando se creó el sistema de exámenes imperiales y el I Ching fue incluído entre los textos oficiales de estudio obligatorio para los funcionarios, se descartó la corriente numerológica del I Ching y se enfatizó el estudio de los textos en el aspecto literario y filosófico, de modo que durante la dinastía Han del Este, grandes estudiosos como Wang Bi, se remitieron sólo al significado literal de los textos, con lo que se produjo una gran pérdida en la tradición de adivinación del I Ching y libros como el Jiao Shi Yi Lin fueron tildados de "Yin Yang y Cinco Elementos" (shamanismo o superstición de los taoístas), siendo que estos conocimientos fueron practicados, conservados y transmitidos por el mismo Confucio.

Fue sólo en los círculos de estudio de los dedicados a las artes de adivinación relacionados al taoísmo que se mantuvo la transmisión de estos conocimientos y se atesoró la transmisión guardada en los textos de Jiao Yan Shou y su discípulo Jing Fang, de modo que las artes tuvieron un nuevo desarrollo al llegar el periodo de los Tres Reinos y producirse el fenómeno de los "Siete Sabios del Bosque de Bambú" en el que se revolucionó el pensamiento que antes había estado supeditado al imperio para pasar a buscar la satisfacción de las aspiraciones del hombre común, quien buscaba solución a sus problemas cotidianos y no a los grandes asuntos de estado, de tal forma que en el siglo tercero de nuestra era se desarrolló el sistema de los Liu Yao o Seis Líneas, en el que la interpretación de los hexagramas se basa en las relaciones de los troncos celestes y ramas terrestres, para así poder responder consultas acerca de salud, matrimonio, nombramientos y otros.

Esto establece una gran diferencia con la tradición original de adivinación establecida por el Zhanshi u Oráculo de Varillas, en que todas las consutas eran relacionadas a temas de estado y constituían un acto público, por lo que temas como la salud eran imposibles de tocar, debido a que la salud del rey no se podía ventilar en un acto público, por el peligro de un ataque de un reino enemigo o revolución interna que se podrían producir si se sabía que el rey tenía problemas de salud.

Es así como nació el sistema que hoy en día conocemos como Wen Wang Gua que constituye el núcleo principal de la consulta de I Ching tal como se practica en nuestros días. Fue en el siglo tercero cuando se estableció la pauta de consultar este oráculo a través de las monedas, por lo que durante muchos siglos se conoció en la China a este sistema como "el reemplazo de las varillas por monedas", que era el rasgo visible para los no iniciados, puesto que los métodos de interpretación siempre fueron guardados en la más absoluta reserva por los Yizhe o practicantes de la adivinación.

Fue durante la dinastía Tang que recién se escribió el texto de Huo Zhu Lin o Bosque de Perlas Ígneas, en el que por primera vez de describieron los métodos de este sistema, pero en realidad las bases de esta forma de adivinación fueron dadas por Jiao Yan Shou y su discípulo Jing Fang, ambos formados en la tradición confuciana y fue también el texto de Jiao Yan Shou el que dio las bases para otro sistema que se hizo conocido en la dinastía Song, el famoso método de Flor de Ciruelo practicado por Shao Yong (nombre póstumo: Shao Kang Jie), por lo que las imágenes y números del Cielo Anterior que se utilizan en este sistema fueron heredados de la tradición transmitida por Jiao Yan Shou, la cual no se conocía públicamente debido a que los textos antiguos de los confucianos fueron desechados al instituirse el sistema oficial de exámenes para los funcionarios imperiales.

Casi todos los textos de adivinación relacionados con el Wen Wang Gua se basan en principios del Huo Zhu Lin, lo cual no quiere decir que no haya seguido exsitiendo avances en el desarrollo de este sistema. La forma como normalmente se conoce el sistema a través de los textos clásicos del Huo Zhu Lin es dispersa y se puede caer en contradicciones al momento de interpretar, ya que la información va a apareciendo en forma paralela, por lo que el método aún tiene mucho que ver con la intuición o estado alterno de conciencia que desarrolle el Yizhe. Sin embargo, esto nos puede llevar a un grado de error que no se puede permitir en la práctica de la consulta, por lo que ya en la antigüedad hubieron maestros que desarrollaron un sistema mucho más articulado y lo transmitieron sólo a través de algunas frases para que los estudiosos del arte puedan tener una pista. Uno de los grandes maestros de la forma más avanzada de este sistema fue Liu Bo Wen, cuyo discípulo Yue Bang Ding es actualmente subdirector de la Oficina de Investigación de las Aplicaciones del I Ching de la Universidad Zhong Shan de la ciudad de Guang Zhou, China.

Es así como hasta nuestros días se sigue desarrollando este arte y a través de un sistema tan exacto como el Wen Wang Gua y aplicando los métodos de interpretación Tou Tian Ji (Atravesando los Mecanismos Celestes) del maestro Liu Bo Wen, que actualmente transmite el profesor Yue Bang Ding, se puede determinar con exactitud y ayudar en la consulta a esclarecer aspectos relacionados con sociedades comerciales, fortuna económica, puestos de trabajo, matrimonio, hijos, estudios, hermanos, salud, accidentes, juicios, cárcel, feng shui yin (tumbas) y yang (viviendas y locales comerciales), competencias deportivas, motivos de visitantes, muerte, objetos perdidos y disolución de malas energías.

El Wen Wang Gua es un sistema que por su relación directa con los ciclos del calendario sexagesimal nos permite además diagnosticar con exactitud cuándo un problema se va a resolver o cuándo una situación favorable puede volverse difícil, por lo que es defintivamente una de las mejores alternativas para la consulta del I Ching en la vida moderna, vale la pena estudiarlo, pero no sin antes haber estudiado el I Ching y sus textos, así como el calendario chino tradicional, de esta forma el avance en el estudio del Wen Wang Gua puede ser muy rápido y se pueden evitar confusiones.

A través del Wen Wang Gua se pueden consultar todos los aspectos relacionados con la vida del hombre moderno y también cumplir con las consultas de los temas que exige la práctica tradicional del feng shui, por lo que goza de particular popularidad en China, a pesar de que en el idioma chino no se diferencia comúnmente entre un método y otro, ya que para los chinos que consultan, la expresión normal para referirse a los métodos oraculares es "suan gua" (cálculo de gua), con lo cual abarcan Cuatro Pilares, I Ching en los métodos Zhanshi (Varillas), Numerología de Flor de Ciruelo y Wen Wang Gua. Sin embargo, sin importar el método que el Yizhe o adivino utilice, el público acude siempre a aquél que acierta en sus respuestas y le ayuda a solucionar sus problemas, por lo que el Wen Wang Gua está considerado como uno de los mejores métodos dentro de los círculos de estudiodos del I Ching.

Joseph Cruz Soriano
Centro Tian Long Tan
Astrología China, Feng Shui y Oráculos Tradicionales
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viernes, 6 de junio de 2008

El maestro Félix Tong

Tuve siempre la inquietud de aprender el idoma chino, la cual se inicio cuando mi madre, la partera de los chinos en nuestra pequeña "Villa del Sol", atendió a una inmigrante cantonesa que no sabía hablar español y la escuchó contar en chino varias veces durante la noche, por lo que apenas regresó a casa nos enseño a los tres hermanos a contar en cantonés; mientras que mis hermanos sólo lo recordaron como algo anecdótico, yo continué posteriormente con mi investigación personal del idioma chino, adquiriendo cuanto manual pudiera encontrar en las librerías.

Fue recién cuando tenía veintitrés años de edad que pude conocer a un maestro que me diera enseñanza sistemática del idioma chino, tanto en la parte oral, como en la escritura y gramática; pero más aún, el maestro llenó todas las expectativas que yo tenía en cuanto al aprendizaje del idioma chino, porque nos introdujo en la lectura de los textos clásicos y la poesía de la dinastía Tang, temas verdaderamente apasionantes para mi y que permitieron que tuviera una idea muy distinta acerca de la cultura china de la que tenía antes de estudiar con este gran maestro.

Félix nació en Perú, hijo de inmigrantes chinos y cuando tenía tres o cuatro años de edad, su madre, preocupada porque tuviera una formación en su cultura de origen, hizo traer de China unos juguetes educativos entre los que había un juego de cubos con los que se armaban historias de personajes famosos por sus valores morales. Una de las historias trataba de un niño pobre que era criado por su madre viuda y al que un amiguito rico invitó a una reunión a su casa. Cuando el niño se acercó para despedirse del padre de su compañero de juegos, se le cayó una pera que llevaba guardada en la manga, por lo que el anfitrión encolerizado le dijo: "Si deseabas algo, sólo tenías que pedirlo, ¿por qué estás robando la comida?" A lo que el niño pobre respondió: "No estoy robando señor, al momento de comer, me abstenía de comer las cosas que me 'correspondían' para así poder llevarle algo a mi madre". Al escuchar las palabras del niño, el vecino reflexionó, lo perdonó e hizo que los sirvientes prepararan paquetes de viandas para que el niño llevara a su madre y luego de que el niño se marchó dijo: "Yo, con todo mi dinero, no poseo la riqueza que tiene la madre de este niño".

Esas fueron las enseñanzas que mi maestro recibió en su más tierna infancia, las mismas que él comentó con nosotros a lo largo de los años que tuvimos la suerte de tenerlo. Posteriormente sus padres, preocupados aún por su formación en su cultura de origen, decidieron enviarlo a estudiar a China, por lo que el niño Félix, a los seis años de edad, tuvo que emprender el largo viaje hasta la tierra de sus antepasados, a su querido pueblo de Sam Soy, donde su familia pasó veinticuatro generaciones antes que él naciera fuera del hogar familiar.

Una ez en China, Félix estudió en el colegio junto con todos los niños chinos y jugó con ellos, compartiendo su infancia con los niños del pueblo, los cuales nunca lo identificaron como nativo de su comunidad, pero tampoco lo veían como un extranjero, algunos ni siquiera se imaginaban que él había nacido tan lejos de la casa paterna.

Cuatro generaciones antes de que naciera Félix Tong, contaba que hubo una cosecha particularmente favorable que benefició enormemente a la familia. En China se siembra dos variedades de arroz, una para la época de sequía y otra para la época de inundación. El arroz de la época de sequía tiene un tallo de un metro, mientras que el arroz de la época de inundación tiene un tallo de cinco metros. La práctica común es rotar los terrenos y sembrar una variedad en una parte del campo y en la otra parte sembrar la otra variedad.

Debido a que el pueblo de Sam Soy (tres aguas) se encuentra en la confluencia de tres ríos, se observa un fenómeno muy curioso y es que cuando llueve en la región de donde viene uno de los ríos, se ve como si el agua ascendiera en los otros. Pero cuando llueve en las tres regiones, se produce la inundación.

Un año el bisabuelo del maestro Tong calculó con exactitud que habría inundación e hizo sembrar todas las parcelas de terreno de la familia con el arroz de la variedad de inundación. El cálculo fue preciso y tuvieron que contratar barcazas para poder cosechar el arroz. Luego de esta próspera cosecha el bisabuelo dijo: "Es hora de tener un hijo funcionario" e hizo que dos de sus hijos estudiaran para el sistema de exámenes imperiales o Keju. Lamentablemente este sistema fue abolido en el año 1905 y los tíos abuelos del maestro Tong no llegaron a ser funcionarios, pero sí eran Xiu Cai, es decir bachilleres letrados preparados en todos los conocimientos de la China antigua, como el I Ching y los textos de Confucio y Laozi.

Es así como Félix salía de clases como todos los niños, pero al llegar a casa recibía la instrucción de uno de sus tíos abuelos, quien entre otras cosas, lo hacía que practique todos los días la pronunciación de la "erre" para que cuando regresara al Perú no tuviera dificultades con el idioma; pero además, le enseñaba a leer los textos clásicos, la poesía Tang y todo lo referente al pensamiento chino antiguo, así como la caligrafía, en el estilo Lishu, cuya práctica disciplinada consta en las caligrafías que se pueden apreciar en la Sociedad Cuconchau y el Chifa Ming Yin, donde existen trabajos con la letra del maestro.

A los dieciocho años de edad Félix regresó al Perú y lo primero que hizo fue estudiar español, luego de lo cual, como buen descendiente de terratenientes, se propuso estudiar la carrera de agronomía. Como en aquella época se rendía el examen oral, la primera vez que se presentó, comprendía las preguntas y sabía las respuestas, pero no sabía como expresarse en español, por lo que tuvo que estudiar un año más, luego de lo cual ingresó a la universidad, no concluyendo sus estudios, debido sobre todo a la falta de respeto hacia los profesores que sentía él en sus compañeros, los cuales eran mayormente hijos de hacendados acostumbrados a actuar a su capricho, por lo que Félix no llegó a concluir el primer año en la universidad y se dedicó a los negocios, sin descuidar su formación intelectual, ya que en un afán de difundir los valores tradicionales de la cultura china, se dedicó a estudiar el pensamiento occidental, leyendo desde Sócrates y Demócrito hasta Santo Tomás de Aquino y Santa Teresa de Jesús.

Félix era un convencido de que los tusanes (descedientes de chinos) debían dar un aporte especial a la sociedad peruana y que para eso tenían que conocer sus raíces y su cultura, por lo que acuñó una expresión propia de él, a la que llamó "tusanismo", que a su entender, era la misión que debían tener los descendientes de chinos en nuestra sociedad.

Cuando Félix cumplió con todas sus obligaciones como padre de familia y siendo que sus hijos no aprendieron a hablar chino, se decidió a enseñar su idioma y cultura a quien deseara aprender, para que cuando llegado el momento, sus nietos desearan saber algo acerca de su tradición y cultura de origen, tuvieran a quien preguntar acerca de todos estos apasionantes temas.

Es por eso que diseñó un curso muy particular, diferente a todos los conocidos en el medio académico. Su principal objetivo era formar en los valores de la cultura tradicional, donde se da más importancia al vestido del alma que al del cuerpo.

Tuve la suerte de ser uno de los tres alumnos que continuaron hasta el final siguiendo las enseñanzas del maestro y llegar yo mismo a enseñar, de suerte que apenas inicié mi enseñanza, Félix dejó de enseñar públicamente diciendo: "Si quiere aprender, busque a mi alumno y si termina de estudiar con él, entonces venga a estudiar conmigo". Luego de eso, cuando nos encontrábamos decía: "Pero hasta ahora no me manda ningún alumno". Era de esperarse, porque a pesar de que él interrumpió la enseñanza pública, nunca dejó de tenerme como alumno y en la intimidad del hogar aprendí muchas cosas más profundas acerca de la cultura china, la sociedad y la vida.

Tuve el honor de conocer al maestro a los pocos meses de que mi padre falleció y la gran dicha de poder contar con un hombre sabio como él, conocedor como pocos de los significados profundos de los textos clásicos, quien se convirtió en mi guía y ejemplo para la vida.

Que donde quiera que esté, goce de la luz infinita, tratando de continuar con su labor, partiré algún día también a reunirme con mi querido maestro, no sin antes haber preparado a alguien para que continúe con amor esta senda de estudio y preservación de la cultura y valores tradicionales de China.

Joseph Cruz Soriano
Centro Tian Long Tan
Astrología China, Feng Shui y Oráculos Tradicionales
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