viernes, 6 de junio de 2008

El maestro Félix Tong

Tuve siempre la inquietud de aprender el idoma chino, la cual se inicio cuando mi madre, la partera de los chinos en nuestra pequeña "Villa del Sol", atendió a una inmigrante cantonesa que no sabía hablar español y la escuchó contar en chino varias veces durante la noche, por lo que apenas regresó a casa nos enseño a los tres hermanos a contar en cantonés; mientras que mis hermanos sólo lo recordaron como algo anecdótico, yo continué posteriormente con mi investigación personal del idioma chino, adquiriendo cuanto manual pudiera encontrar en las librerías.

Fue recién cuando tenía veintitrés años de edad que pude conocer a un maestro que me diera enseñanza sistemática del idioma chino, tanto en la parte oral, como en la escritura y gramática; pero más aún, el maestro llenó todas las expectativas que yo tenía en cuanto al aprendizaje del idioma chino, porque nos introdujo en la lectura de los textos clásicos y la poesía de la dinastía Tang, temas verdaderamente apasionantes para mi y que permitieron que tuviera una idea muy distinta acerca de la cultura china de la que tenía antes de estudiar con este gran maestro.

Félix nació en Perú, hijo de inmigrantes chinos y cuando tenía tres o cuatro años de edad, su madre, preocupada porque tuviera una formación en su cultura de origen, hizo traer de China unos juguetes educativos entre los que había un juego de cubos con los que se armaban historias de personajes famosos por sus valores morales. Una de las historias trataba de un niño pobre que era criado por su madre viuda y al que un amiguito rico invitó a una reunión a su casa. Cuando el niño se acercó para despedirse del padre de su compañero de juegos, se le cayó una pera que llevaba guardada en la manga, por lo que el anfitrión encolerizado le dijo: "Si deseabas algo, sólo tenías que pedirlo, ¿por qué estás robando la comida?" A lo que el niño pobre respondió: "No estoy robando señor, al momento de comer, me abstenía de comer las cosas que me 'correspondían' para así poder llevarle algo a mi madre". Al escuchar las palabras del niño, el vecino reflexionó, lo perdonó e hizo que los sirvientes prepararan paquetes de viandas para que el niño llevara a su madre y luego de que el niño se marchó dijo: "Yo, con todo mi dinero, no poseo la riqueza que tiene la madre de este niño".

Esas fueron las enseñanzas que mi maestro recibió en su más tierna infancia, las mismas que él comentó con nosotros a lo largo de los años que tuvimos la suerte de tenerlo. Posteriormente sus padres, preocupados aún por su formación en su cultura de origen, decidieron enviarlo a estudiar a China, por lo que el niño Félix, a los seis años de edad, tuvo que emprender el largo viaje hasta la tierra de sus antepasados, a su querido pueblo de Sam Soy, donde su familia pasó veinticuatro generaciones antes que él naciera fuera del hogar familiar.

Una ez en China, Félix estudió en el colegio junto con todos los niños chinos y jugó con ellos, compartiendo su infancia con los niños del pueblo, los cuales nunca lo identificaron como nativo de su comunidad, pero tampoco lo veían como un extranjero, algunos ni siquiera se imaginaban que él había nacido tan lejos de la casa paterna.

Cuatro generaciones antes de que naciera Félix Tong, contaba que hubo una cosecha particularmente favorable que benefició enormemente a la familia. En China se siembra dos variedades de arroz, una para la época de sequía y otra para la época de inundación. El arroz de la época de sequía tiene un tallo de un metro, mientras que el arroz de la época de inundación tiene un tallo de cinco metros. La práctica común es rotar los terrenos y sembrar una variedad en una parte del campo y en la otra parte sembrar la otra variedad.

Debido a que el pueblo de Sam Soy (tres aguas) se encuentra en la confluencia de tres ríos, se observa un fenómeno muy curioso y es que cuando llueve en la región de donde viene uno de los ríos, se ve como si el agua ascendiera en los otros. Pero cuando llueve en las tres regiones, se produce la inundación.

Un año el bisabuelo del maestro Tong calculó con exactitud que habría inundación e hizo sembrar todas las parcelas de terreno de la familia con el arroz de la variedad de inundación. El cálculo fue preciso y tuvieron que contratar barcazas para poder cosechar el arroz. Luego de esta próspera cosecha el bisabuelo dijo: "Es hora de tener un hijo funcionario" e hizo que dos de sus hijos estudiaran para el sistema de exámenes imperiales o Keju. Lamentablemente este sistema fue abolido en el año 1905 y los tíos abuelos del maestro Tong no llegaron a ser funcionarios, pero sí eran Xiu Cai, es decir bachilleres letrados preparados en todos los conocimientos de la China antigua, como el I Ching y los textos de Confucio y Laozi.

Es así como Félix salía de clases como todos los niños, pero al llegar a casa recibía la instrucción de uno de sus tíos abuelos, quien entre otras cosas, lo hacía que practique todos los días la pronunciación de la "erre" para que cuando regresara al Perú no tuviera dificultades con el idioma; pero además, le enseñaba a leer los textos clásicos, la poesía Tang y todo lo referente al pensamiento chino antiguo, así como la caligrafía, en el estilo Lishu, cuya práctica disciplinada consta en las caligrafías que se pueden apreciar en la Sociedad Cuconchau y el Chifa Ming Yin, donde existen trabajos con la letra del maestro.

A los dieciocho años de edad Félix regresó al Perú y lo primero que hizo fue estudiar español, luego de lo cual, como buen descendiente de terratenientes, se propuso estudiar la carrera de agronomía. Como en aquella época se rendía el examen oral, la primera vez que se presentó, comprendía las preguntas y sabía las respuestas, pero no sabía como expresarse en español, por lo que tuvo que estudiar un año más, luego de lo cual ingresó a la universidad, no concluyendo sus estudios, debido sobre todo a la falta de respeto hacia los profesores que sentía él en sus compañeros, los cuales eran mayormente hijos de hacendados acostumbrados a actuar a su capricho, por lo que Félix no llegó a concluir el primer año en la universidad y se dedicó a los negocios, sin descuidar su formación intelectual, ya que en un afán de difundir los valores tradicionales de la cultura china, se dedicó a estudiar el pensamiento occidental, leyendo desde Sócrates y Demócrito hasta Santo Tomás de Aquino y Santa Teresa de Jesús.

Félix era un convencido de que los tusanes (descedientes de chinos) debían dar un aporte especial a la sociedad peruana y que para eso tenían que conocer sus raíces y su cultura, por lo que acuñó una expresión propia de él, a la que llamó "tusanismo", que a su entender, era la misión que debían tener los descendientes de chinos en nuestra sociedad.

Cuando Félix cumplió con todas sus obligaciones como padre de familia y siendo que sus hijos no aprendieron a hablar chino, se decidió a enseñar su idioma y cultura a quien deseara aprender, para que cuando llegado el momento, sus nietos desearan saber algo acerca de su tradición y cultura de origen, tuvieran a quien preguntar acerca de todos estos apasionantes temas.

Es por eso que diseñó un curso muy particular, diferente a todos los conocidos en el medio académico. Su principal objetivo era formar en los valores de la cultura tradicional, donde se da más importancia al vestido del alma que al del cuerpo.

Tuve la suerte de ser uno de los tres alumnos que continuaron hasta el final siguiendo las enseñanzas del maestro y llegar yo mismo a enseñar, de suerte que apenas inicié mi enseñanza, Félix dejó de enseñar públicamente diciendo: "Si quiere aprender, busque a mi alumno y si termina de estudiar con él, entonces venga a estudiar conmigo". Luego de eso, cuando nos encontrábamos decía: "Pero hasta ahora no me manda ningún alumno". Era de esperarse, porque a pesar de que él interrumpió la enseñanza pública, nunca dejó de tenerme como alumno y en la intimidad del hogar aprendí muchas cosas más profundas acerca de la cultura china, la sociedad y la vida.

Tuve el honor de conocer al maestro a los pocos meses de que mi padre falleció y la gran dicha de poder contar con un hombre sabio como él, conocedor como pocos de los significados profundos de los textos clásicos, quien se convirtió en mi guía y ejemplo para la vida.

Que donde quiera que esté, goce de la luz infinita, tratando de continuar con su labor, partiré algún día también a reunirme con mi querido maestro, no sin antes haber preparado a alguien para que continúe con amor esta senda de estudio y preservación de la cultura y valores tradicionales de China.

Joseph Cruz Soriano
Centro Tian Long Tan
Astrología China, Feng Shui y Oráculos Tradicionales
www.tianlongtan.com